El estrés constante: agobio hasta que el cuerpo dice basta

Hoy en día todos sufrimos algún tipo de estrés. Vivimos en un mundo de cambios continuos con graves consecuencias para la salud. 

El estrés es algo muy personal. Todo el mundo reacciona de manera diferente a este problema. Los síntomas de estrés pueden dividirse en cuatro categorías: físicos (temblores, tensión), mental (falta de concentración, tiempos de reacción prolongado) psicológicos (pánico, depresión) y cambios de comportamiento (aumento del consumo de alcohol o cafeína, cambios en los hábitos alimenticios). Estos síntomas pueden variar.

El estrés en sí mismo no es forzosamente negativo. El estrés nos moviliza, agudiza los sentidos y la consecuencia es a menudo un alto rendimiento. En cambio, cuando el estrés es una condición permanente, te hace enfermar.

¿Qué ocurre en el cuerpo?

El estrés se presenta cuando el cerebro señaliza a través de los sentidos algún tipo de peligro. Entonces, varias sustancias se distribuyen en el cuerpo, incluyendo las hormonas adrenalina y cortisol.

Esto tiene varios efectos: la presión arterial y los niveles de azúcar en la sangre se elevan, así como la respiración y el ritmo cardíaco. Además, las pupilas se dilatan. En pocas palabras, se libera energía y el cuerpo está en plena marcha. Biológicamente esto tiene sentido, como hemos dicho anteriormente en situaciones de peligro el cuerpo activa una reacción de lucha o huída.

En la actualidad ya no existen estos peligros. A cambio, el hombre ha creado otros factores de estrés. Estos incluyen, por ejemplo:

  • acontecimientos significativos tales como la muerte de un ser querido o ser la víctima de un crimen

  • molestias cotidianas que se acumulan y suponen una carga 

  • problemas tales como dificultades financieras

  • factores de estrés en el lugar de trabajo: mobbing, presión del trabajo, sobrecarga o por el contrario falta de exigencia

  • diferentes miedos: miedo al fracaso, miedo a la vida

  • factores ambientales como el ruido

  • problemas físicos

Estos factores de estrés provocan las mismas reacciones físicas como les sucedía a nuestros antepasados ante la presencia de un depredador. A diferencia de entonces no hay una batalla o una lucha, por lo que las sustancias liberadas no se degradan mediante el movimiento corporal. Esto aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares o enfermedades cardiovasculares. Además el sistema inmune se debilita, por lo que la tendencia a las enfermedades aumenta.

El estrés también puede considerarse como algo positivo, como ya hemos comentado. Esto depende de la duración, la intensidad y la creencia de que la situación estresante es manejable. La primera evaluación de si un evento desencadena el estrés positivo o negativo se produce inconscientemente. La resistencia al estrés se puede aumentar específicamente con ciertas medidas.

En nuestro próximo artículo puedes descubrir estas medidas.